Hacer o No Hacer Arte ...el ingrediente necesario

El conocimiento del arte no es solamente aprender la técnica y/o el oficio del dibujante, pintor, escultor o bailarín.  Cierto es que el estudio es disciplina, fuerza, casi es un combate pero es pasión, es una actividad reconfortante el saber que estás produciendo algo desde lo que se es capaz imaginar y frente a ti solo tienes tu cuerpo, tus manos, un instrumento y la materia en blanco, aún sin forma definida o el escenario frente a ti, vacío de color y de emociones, de sonido y magia.  Pero una vez que tienes la formación de años puliendo piedras sabes que es más fácil saber a dónde quieres ir con lo que te imaginas y deseas decir.

 Hasta aquí tenemos lo básico, aunque debo reconocer que si yo me hubiese quedado a estudiar arquitectura sería lo más probable que me atreviese a hacer arte desde esa plataforma, pues la naturaleza humana de crear aveces es más fuerte, incluso que la misma fuerza de necesitar aprender, pero con el tiempo uno tiende a volverse perfeccionista, y ese si es un monstruo imparable.

 El ingrediente que falta para hacer de la imaginación algo tangible es la pasión, es atreverse a tomar la arcilla, amasarla y moldearla, con la clara y absoluta convicción de que alguien lo tiene que hacer, de que alguien lo tiene que decir y tu necesitas echarlo fuera, presentarlo y enfrentarlo, tomar tu propio cuerpo y avanzar hasta convertir la masa amorfa en una obra magistral que pueda ser capaz de comunicar lo que solo el arte es en sí hasta que tu obra se convierta en todo lo que no eres pero que no puede dejar de ser parte de ti, porque simplemente el arte es un contenedor de la esencia humana y por lo tanto de ti mismo.

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